Introducción
En la industria, los errores no se pagan solo con dinero: también se pagan con reputación, paros operativos y sanciones.
Cada derrame, incumplimiento legal o reacción tardía a una contingencia ambiental suele tener un origen común: una planificación deficiente.
La Cláusula 6, no es solo una formalidad, es el punto de partida para anticiparse a riesgos,
convertir amenazas en oportunidades y alinear los objetivos ambientales con los procesos del negocio.
La norma establece que la planificación debe integrar tres ejes fundamentales:
Riesgos y oportunidades: La organización debe identificar todos los factores que puedan afectar el cumplimiento ambiental: cambios normativos, eventos climáticos extremos, condiciones operativas inusuales, entre otros.
No basta con reconocer los riesgos: se deben prever escenarios, establecer respuestas y mantener evidencia documentada.
Aspectos ambientales significativos: Todo proceso genera impactos, pero solo algunos tienen el potencial de alterar gravemente el entorno o la operación. Desde el manejo de residuos peligrosos hasta la emisión de contaminantes, es esencial identificar qué actividades tienen un impacto significativo y establecer controles operacionales robustos.
Requisitos normativos y otros requerimientos: El cumplimiento normativo no se improvisa. Una buena planificación exige mapear todas las leyes, permisos y compromisos ambientales aplicables, actualizar periódicamente esta información y garantizar que esté integrada en la toma de decisiones operativas.