Introducción
Un sistema de gestión ambiental no se implementa ni se mantiene solo.
Una empresa puede contar con procedimientos perfectamente escritos y formatos digitales bien estructurados, pero si no existe un liderazgo activo,
una comunicación efectiva y personal competente que lo respalde, la norma será solo un archivo más en el servidor.
La Cláusula 5, recuerda que el éxito del SGA comienza y se sostiene con las personas.
La alta dirección no debe limitarse a autorizar el sistema de gestión ambiental (SGA). Según la cláusula 5.1, debe asumir un rol activo, alineando el SGA con la estrategia del negocio,
asignando recursos, exigiendo resultados y, sobre todo, motivando a su equipo para actuar conforme al sistema.
La norma requiere transmitir la importancia de una gestión ambiental eficaz, asegurando que todo el personal comprenda cómo sus decisiones diarias impactan el desempeño ambiental.
Muchas fallas ocurren porque áreas clave —como producción, mantenimiento o compras— desconocen su papel en el cumplimiento legal o la prevención de la contaminación.
Además, sin formación continua no hay competencia. Un operador que ignora los límites de vertido, un técnico sin conocimientos sobre residuos peligrosos o un comprador que adquiere insumos sin evaluar sus impactos, pueden generar sanciones, accidentes o daños ambientales irreversibles.